“Llena está su boca de maldición, y de engaños y de fraude. Debajo de su lengua hay vejación y maldad”
Salmos: 10:7
Tres días antes de las elecciones que estaban programadas para el 26 de noviembre…Yo declaré públicamente mi preferencia política en un artículo que circuló ampliamente por este medio, titulado “El Manifiesto del Indeciso” (búsquelo en Google/CHTV) …
En este escrito yo establecía un balance sincero y objetivo, pero al mismo tiempo tenaz y crudo, sobre el perfil de los candidatos en contienda y decía por qué razón consideraba que Luis Zelaya – del Partido Liberal – era la opción sana teniendo en cuenta que los otros candidatos estaban presentándose al proceso en un ambiente de discordia… Al final sucedió lo inesperado para mí y lo insospechado para casi todo el país… Salvador Nasralla, en una alianza opositora de centro izquierda, ganó rotundamente las elecciones…
Pero lo que debió ser un hecho común y ordinario se transformó – a la media noche del día 26 de noviembre – en la conjura electoral más abominable que nos ha tocado vivir a los hondureños. Con un juego de sombras y en un ambiente de misa negra, los jueces del Tribunal Supremo Electoral – y ante la presencia de más de 200 veedores internacionales que llegaron al país para “vigilar el proceso” – se negaron a rendir el informe preliminar de las tendencias en la papeleta presidencial, simple y sencillamente porque el conteo comenzó a reflejar lo que todo el país ya presentía: el triunfo irreversible de Salvador Nasralla Salum…
El 100% de los hondureños estábamos viendo en vivo y a todo color el triunfo irrevocable del candidato más odiado por “los medios de comunicación”, del outsider más indeseable para las cúpulas militares ligadas al gobierno de turno, en fin, del líder mediático más temido por las larvas políticas que controlan el país desde hace dos décadas… Esto produjo un asombro inmediato y todos los funcionarios del Tribunal, así como los asesores oficiales del conteo, entraron en pánico. Del pánico pasaron al cinismo y rápidamente cayeron en el ridículo. Al borde de las 11 de la noche, cuando ya todo el país sabía lo que estaba sucediendo detrás de cámara, el Tribunal Supremo se volvió a disculpar con la ciudadanía alegando – absurdamente – que aún no contaban con suficientes muestras para hacer “un corte” …
La noche se le vino al candidato oficial Juan Orlando Hernández quien, en un acto desesperado y haciéndose acompañar por una comparsa de activistas sinvergüenzas, se proclamó ganador de la contienda haciendo una melodramática invocación a Dios. En la cara de todos los cachurecos se veían claramente los destellos de la derrota…La mueca inconfundible del desastre que ya todos sabían desde las 8 de la noche del 26 de noviembre…
Ahora bien, este drama que estoy describiendo no tendría sentido si no tocamos las razones de fondo… Considero que el mundo tiene derecho a conocerlas en detalle, pero realmente, las denuncio mundialmente porque tengo hijos y no quiero que vivan en este país sin conocer de raíz las humillaciones políticas que van a marcar sus vidas.
Primero ¿por qué razón Nasralla es un intragable para las cúpulas mediáticas? Simple, el 70% de la factura periodística en el caso de Honduras, la paga el gobierno. Como este es un país esclavizado por necios y vividores, jamás ha existido el libre pensamiento ni la libre expresión, así que el gobierno funciona como “un editor autoritario” de todo lo que debe o no debe decirse en los medios de televisión y prensa…Es decir, la prensa en todas sus versiones es una farsa total. El gobierno viene a ser el “dueño encubierto de todos los medios de comunicación influyentes”.
El reparto de cheques – que se hace a través de mecanismos muy sofisticados – incluye pagos a presentadores de noticias que son básicamente “manipuladores secretos” de las cosas que el gobierno filtra, controla, aprueba y cancela. Ninguno de los presentadores tiene cultura democrática ni decencia, ninguno de ellos tiene valores ni ética. Todos avergüenzan al país con sus actitudes deshonestas y con sus maldades sincronizadas.(Un periodista de Radio América sería la solitaria excepción).
Los tres periódicos más influyentes de Honduras y las dos televisoras más gigantes del país son en realidad, quintas columnas del gobierno las cuales están obligadas a cubrir todas las sandeces, todas las arbitrariedades y todas las indecencias de los gobernantes. Este pacto de mentira y transa no es de ahora, fue implementado desde los años 70s y el esquema de corrupción e inmoralidad se mantuvo incólume aun cuando el país entró en lo que los historiadores llaman “la era democrática” (desde 1982). Esto más, como los dueños de medios acaban siendo accionistas del estado, adquieren “carta blanca” para realizar en complicidad con los altos funcionarios, negocios horribles que se disfrazan como “contratos de suministros al estado”.
Salvador Nasralla conoce en detalle cómo funcionan estos pactos y posiblemente hasta se ha beneficiado de ellos de forma indirecta, así que cuando comenzó su cruzada para tomar la presidencia toda “la mafia mediática de Honduras” se sintió amenazada. En los recientes 6 años los presentadores de noticias y los reporteros han estado actuando como coyotes para “devorar y perseguir” a un hombre que los ha vencido claramente en todos los debates abiertos sobre política y moralidad pública.
Por supuesto que en estos debates acalorados de “uno contra todos”, Nasralla sacó su casta de ogro y los provocó con vara corta, en este punto ¿qué temen los medios y los periodistas con la llegada al poder de Salvador Nasralla? Temen represalias y temen el destete de unos foros televisivos que nacieron y crecieron a la sombra de las facturas estatales. Entran en pánico de sólo pensar que los privilegios históricos de una prensa corrompida… Van a ser suspendidos.
Estos miedos combinados con los temores empresariales y mezclados con los recelos de la iglesia católica hicieron brotar de inmediato una “conjura nacional en pro del fraude”: hoy o mañana los corruptos del Tribunal Supremo – avalados y custodiados por una ala del ejército – van a preparar un informe final para anunciar que al final del conteo, Satanás triunfó.
Con un juicio incorrecto y actuando en nombre de instintos y no de razones, las fuerzas armadas, los grupos empresariales, los líderes sociales y los altos ejecutivos de medios, guardan un silencio cómplice que prácticamente echa por el piso las reglas más básicas de la democracia. Yo coincido con ellos en que Nasralla es un personaje vehemente y quizá inconveniente, pero la democracia me indica que debo respetar las normativas del juego electoral… Y tolerar. Yo perdí, él ganó. Si no soy capaz de respetar el criterio de la mayoría, mi derecho a ser un ciudadano queda anulado.
En vez de afrontar los resultados con hidalguía y honrar el traspaso legítimo del gobierno, los oscuros consejeros de Juan Orlando Hernández comenzaron a celebrar misas negras para urdir un fraude tenebroso y lo peor de todo es que esta diabólica maniobra se está llevando a cabo a la vista de cientos de líderes empresariales, religiosos, sociales y políticos que no han dicho ni “esta boca es mía”. Cuando hablen, si es que lo hacen, van a contar su viejo cuento de que debe “suceder lo mejor para Honduras” lo cual quiere decir “lo mejor para los cómodos y lo perfecto para los cobardes” …
Ellos, los líderes, están visiblemente confundidos y atemorizados, pero al mismo tiempo olvidan que a veces el derecho de continuar en esta vida se paga con un poquito de valentía. Nunca viene mal un poquito de decencia en esta vida. Me asombra no únicamente el silencio sino también el sentido de fatalidad y apatía que todos adoptan ante un tema donde está en juego la legitimidad de un país. Ilusamente, la gente cree que sus empresas y sus bienes van a estar asegurados de por vida dentro de un país ilegítimo, gobernado por un abusador…. ¡Qué engaño! ¡hasta aquí se oyen las carcajadas del tirano! ¡Así mismo pensaba la familia Rosenthal!..
Yo no tengo coincidencia ideológica con el candidato ganador y de hecho soy su enemigo perfecto, pero aquí no estamos hablando de doctrinas, aquí estamos hablando de integridad y de pudor. De legitimidad democrática. Yo soy un pensador de centro derecha que apoya la democracia, que cree en la empresa como motor fundamental del desarrollo, que cree en la familia como la neurona vital del progreso, que respeta las normativas y que honra a Dios en sus actos de vida así grandes como pequeños.
No comulgo con el socialismo y detesto los programas populistas de los gobiernos confiscatorios – pero no se equivoquen conmigo – mi sello ideológico no me da licencia para ser deshonesto y no me autoriza para respaldar delincuentes. Nunca en mi vida había visto jóvenes llorando por un irrespeto orquestado entre adultos malvados y cobardes…
Y el mundo tiene derecho a saber que, en su inmensa mayoría, los votantes de Salvador Nasralla, son jóvenes ilusionados con un país mejor que al menos les deje cierto margen para crear y convivir sin agachar la cabeza ante un autócrata malévolo. Posiblemente los jóvenes estén equivocados en su elección ¿pero, quién soy yo para juzgar sus criterios? Si me someto al juego democrático es porque estoy dispuesto a respetar los resultados.
Si no hago eso, dejo de ser un ciudadano y me convierto en un jabalí. Si se consumara este fraude y esta burla mundial, ya ha nacido una generación de jóvenes que va a crecer creyendo que sus padres y sus abuelos son unos cerdos. Mientras escribo al mismo tiempo pienso en que jamás podré sostener la mirada de mi hijo mayor si yo me presto para una bajeza de estas dimensiones… Porque mi hijo es apenas uno del millón de jóvenes que se sienten burlados por estos canallas.
Si este humilde escrito – que por obvias razones no va a ser publicado en ningún medio hondureño – llegara a caer en manos de países influyentes o de personas poderosas como Donald Trump, Angela Merkel o Vladimir Putin, les suplico que auxilien a este país, les ruego que ayuden a Honduras no contribuyendo con este hombre malvado que ahora gobierna ilegalmente con el respaldo de los cobardes…
Y con el apoyo de los corruptos que lo quieren reelegir a cualquier precio. No existe, en estos momentos, ninguna fuerza interna capaz de frenar los anhelos de este verdugo auto endiosado que ahora se va convirtiendo en tirano, mientras atropella de forma impune los legítimos derechos de nuestra nación. La gente en Honduras puede sobrellevar la brutal pobreza y la cruda violencia que brota en cada esquina por el mal gobierno de este abusivo…
Pero matar la ilusión de una generación inocente debería ser un crimen de lesa humanidad. Declaro que el hombre que hoy se dice ganador de las elecciones en Honduras no ganó, porque el pueblo lo detesta. La gente – y muy especialmente los jóvenes comprendidos entre 15 y 30 años – odia sus métodos, sus mentiras, sus procedimientos, sus tácticas y su cinismo total para redactar leyes amoldadas a su conveniencia.
Hay 5 cosas que la ONU, la OEA, la UE y demás organismos que regulan la democracia, deben saber a cerca de este sujeto:
• Su reelección es ilegítima y es ilegal, no tiene ningún sustento constitucional y simplemente fue aprobada por una “junta de jueces” corrompidos, coaccionados por sobornos y amenazas…
• Para gobernar sin ser molestado amenaza a los ricos y al mismo tiempo los retribuye con negocios no siempre lícitos. Las compañías grandes de nuestro país operan en un ambiente de terror, sumisión e intriga. Y las compañías medianas están fatigadas por un leonino sistema de tributos que ya es insoportable.
• El gobierno paga casi el 70% de la factura mediática y controla el contenido y “la línea editorial” de todos los periódicos y de todas las televisoras.
• Mantiene en pie un abusivo y extenso programa populista con el cual regala comida, bonos, materiales de construcción y fogones caseros. Con esta práctica burlesca enriquece a proveedores encubiertos que obtienen ganancias espantosas en sus faenas de suministro estatal.
• Su flamante plan de seguridad pública, que consume cuotas archimillonarias de la tasa de seguridad, es en realidad un sistema de cacerías y madrugones para atrapar a cualquier criminal que lo contradiga o que le estorbe. Los criminales que no le estorban, simplemente se vuelven “figuras intocables” en su afinado sistema de terror y amenaza.
En cualquier plaza pública de Honduras se corea la consigna moral más encendida de Honduras ¡Fuera Joh, fuera Joh, fuera Joh!… Y lo más estremecedor es que, invariablemente, siempre se trata de jóvenes airados que no soportan su presencia. Esta es la única protesta audible que uno puede escuchar en Honduras por ahora, porque todos los demás, los profesores, los catedráticos, los sindicalistas, los empresarios, los comerciantes, los profesionales y los líderes religiosos están muertos de miedo…
Y ese miedo va a crecer todavía más en el débil corazón de todos los hondureños si este sujeto logra su cometido que es ganar por la fuerza – o por fraude – unas elecciones en las cuales fue totalmente vapuleado. Pedimos al mundo que active sus energías, sus instituciones y sus influencias… Para que los hondureños seamos liberados de este peligroso tirano que hoy prolonga su dictadura en un ambiente de amenaza, chantajes, burlas y crímenes impunes.
29 de noviembre del 2017