*Bernardo Congote Ochoa

Una primera sensación del cambio de turno en Casa Rosada sería de sospecha. En medio de los abrazos de los victoriosos y las lágrimas de los derrotados, el observador olfatea humaredas. El sólo hecho de que, por primera vez en décadas, haya terminado completamente su mandato un presidente no peronista, paradójicamente sería el fuego que alimente los humos de la sospecha.

El hecho de que la ejercitante de cierto califato patagónico al que habría degradado la Argentina, haya volteado la espalda al llegar el, hasta entonces Presidente Macri, habría significado voltearles la espalda a diez millones de votantes macristas, tan argentinos como todos. Pero lo más grave, les habría volteado la espalda también a sus votantes. (Algo así como escupiendo la mano de quien nos acaba de dar un regalo).

Sí. Cristina le volteó la espalda al 41% del electorado argentino que votó a Macri. ¿Acaso en el boxeo, como en política, quien le voltea la espalda a su contrincante no corre el riesgo de irse a la lona? ¿Inclusive con knocked down a favor? 

Ahora. ¿El 49% victorioso en octubre, no tenía el derecho a verificar desde este martes que su vicepresidente iba a ejercer dignamente su mandato? ¡Claro! (Pero también les volteó la espalda). ¿Acaso ese 49% no tiene derecho a esperar que el ejercicio vicepresidencial se traduzca en acciones urgentes hacia el cambio que votaron? ¡Claro! (Pero también les volteó la espalda … dejando que saliera a pasear su Frankestein vulgar y atrabiliario).

Resultaría altamente probable que este martes, la vicepresidente hubiera ratificado lo que sus opositores venían anunciando sotto vocce: su incapacidad estructural para cogobernar con el otro Fernández, nadie menos que el Presidente en ejercicio. Porque… ¿cómo entender que Alberto sea ahora Presidente luego de haber recibido el bastón de mando de manos de Macri, el mismo a quien su propia Vicepresidente acababa de ignorar voluntariamente?

¿Cómo entender este aparente galimatías sino entrando en la psique de una esquizoide compulsiva, la de Cristina? Sería probable, si asumiéramos que, para la desquiciada en comento, los cuatro años pasados entre diciembre 10 2015 y 2019 no existieron. Este martes, Cristina habría pretendido esquizoidemente ser ella, no Macri, la que le entregara el bastón de mando a Alberto. Porque, no en vano, ¡ella nunca le entregó el mando a Macri cuatro años atrás!

De esta forma la Presidente esquizoide de la Argentina, habría pretendido probarles a 44 millones de argentinos que los cuatro años de Cambiemos no existieron. Y, peor, que todos los argentinos dejaron de existir. Los unos, habiendo acariciado varias posibilidades de cambio. Los otros, soñando con regresar al país del gatopardista «todo cambió para que nada cambiara».

Habríase visto hasta hoy, excepción hecha de Trump, El Esquizoide Mayor, ¿otra expresión más patética de lo que significa la mentira? O sea, de la gran capacidad hipnótica que pueden ejercer algunos desquiciados manipulando millones de personas para probarles que el futuro no existe y tampoco el pasado, porque ¡ellos son el presente! 

Cristina Fernández ha osado plantarse ayer ante el mundo, porque lo vimos desde todas las vitrinas, algo así como la reencarnación de sí misma. Parecería que, habiéndose puesto en condición de hibernación, la Argentina hubiera dejado de existir el 10 de diciembre de 2015 hasta cuando este martes ella, muy vestida de blanco (al estilo de Francisco el otro gran esquizoide), se presentara como la única y verdadera actriz de la tragicomedia argentina. Una de la cual ella es la tramoyista, la escenógrafa, la dueña del teatro y la que cobra las entradas para levitar con su monólogo esquizoide: ¡La Argentina soy Yo!

¿Existe algún antídoto contra el extraño mundo de Cristina? Sí. Uno de gran potencia, afortunadamente. Consta de un poquitín de dólar callejero, mas otro de riesgo país, elevado desempleo, incontenible inflación y máximo desespero por no llegar a fin de mes. Esta poción realista la llevará a hincarse ante el FMI. Una de cuyas primeras condiciones será invitarla, muy gentilmente, a tragarse sus palabras (comenzando por las que vomitó contra los “fondos buitre” años atrás). ¡Y cataplum!

Obligada hoy a pagar el 21% de interés por créditos escasos en el mercado abierto, inclusive la propia reina del califato patagónico tendrá que arrodillarse ante quien evaluará la posibilidad de prestarle al 4%. Para los patoteros camporistas, a partir del martes el FMI será otra vez el payaso del circo patagónico. Pero la que se cree dueña del circo, pronto entenderá que el FMI será el tanque de oxígeno que decidirá cuánto tiempo le quede para seguir haciendo contorsiones. Probablemente se abrace a él. Probablemente prefiera morir asfixiada.

¡Que muera Sansón con todos los Filisteos! sería la consigna. Con la diferencia de que Sansón es, apenas una veleidosa Dalila y los Filisteos, una masa crítica de argentinos con los bolsillos vacíos.

Congótica. “Vámonos lo suficientemente rápido como para llegar tarde”, le dijo Enrique IV a su vasallo, camino al entierro de su tío.

*El autor es miembro del Consejo Internacional de la Fundación, profesor universitario colombiano, autor del libro: La iglesia (agazapada) en la violencia política (www.amazon.com) y escribe el blog colombiano www.blogs.elespectador.com/política