Por BERNARDO CONGOTE*
Algunos argentinos considerarían saludable
<<cojear con un tiro en el pie<<
antes que caminar con los dos pies sanos.
Se suele señalar para muchos lados indagando por las causas de la inflación. Pero a cada argentino le convendría, primero, señalar hacia sí mismo. El hecho de que el precio del dólar y la incertidumbre política halen la inflación hacia arriba, tendría al ciudadano consumidor como uno de los primeros responsables[i].
En una economía estándar, la cantidad de moneda circulando tiende a ser proporcional a la cantidad de mercancías circulando (nacionales más importadas menos exportadas). Pero si la cantidad de dinero circulando supera la oferta de mercancías, más dinero en el bolsillo del consumidor con la misma cantidad de mercancías, hala los precios hacia arriba.
Al contrario, si las mercancías en circulación tienden a superar el volumen de moneda en poder de los consumidores, la tendencia de los precios sería a bajar. Todo porque a los empresarios oferentes no les conviene quedarse con mercancías almacenadas y prefieren, por tanto, halar a la baja los precios para que ellas queden en manos del consumidor.
Sin embargo, en una economía <<bimonetaria>> como curiosamente se ha hecho la argentina, el poseedor de pesos argentinos que, en lugar de ponerlos a circular comprando mercancías o guardarlos en ahorros, los convierte a dólares, saca artificialmente del mercado esos pesos y genera, automáticamente, escaseces de moneda que presionan los precios al alza. ¡Aviva la inflación!
Con otras palabras, cada dólar en el bolsillo de un argentino es hoy, cuarenta y tantos pesos que no demandan mercancías ni servicios en la economía. En otro país, esto generaría una abundancia artificial que haría bajar los precios.
La paradoja se agrava cuando consideramos que, por estos y otros factores, la tasa de interés en la Argentina es una de las más altas del mercado regional pero su ahorro es bajo. Ni siquiera al 47% el argentino ahorra pesos, sino que se desboca a comprar dólares suponiendo, para peor, que éstos se valorizan sin límite. Supuesto riesgoso, por no decir mentiroso.
Sin ir muy lejos, ahora que las cosechas exportadas sean pagadas en dólares, esas divisas entrarán al mercado argentino y, junto con los desembolsos del FMI, podrían presionar a la baja al dólar castigando a los portadores.
Pero todo lo anterior no funciona porque la Argentina es, también, pobre políticamente. Habiendo convertido al peronismo en religión, el argentino ha roto la posibilidad de que la sociedad participe activamente. Lo que explica que el argentino tienda, como lo estamos probando, a actuar como arrendatario y no como propietario de su nación.
La incertidumbre política también presiona al argentino a ignorar voluntariamente todos los riesgos económicos que corre, porque sus políticos le anuncian día tras día que todo lo presente es malo pero que lo por venir, será peor. O sea, que ellos son malos hoy serán peores mañana. Pero ¿quién vota por los peores? ¡El ciudadano argentino!
Poniendo sobre la mesa estas especulaciones, podríamos armar este resumen del estado de cosas para la Argentina:
Serían DEBILIDADES de corto plazo. 1. La patología argentina de que es mejor <<cojear con un tiro en el pie>> que caminar con los dos sanos; 2. La baja tendencia a elevar la producción de mercancías para que cierta abundancia presione los precios a la baja; 3. La fiebre verde del argentino que compra dólares mientras al tiempo se inclina, lloroso, ante el azul pabellón nacional (esto es, compra dólares y saca pesos del mercado. Por un brazo bota sangre y por el otro, pide transfusiones). Y serían DEBILIDADES de largo plazo. 1. El alto volumen de divisas que requeriría la Argentina para importar bienes de capital que impulsen su aparato productivo; y 2. Cierta costumbre social proclive al default antes que a honrar las deudas.
Serían OPORTUNIDADES de corto plazo. 1. Mantener firme una política tarifaria que después de 2015 ya está a punto de cerrar bien; 2. Estimular la conquista de los mercados internacionales para generar divisas frescas vía exportación, vía Brasil, por ejemplo. 3. Cierta disposición a ver los mercados vecinos como socios, no como enemigos.
Serían AMENAZAS de corto plazo. 1. La fiebre verde del argentino promedio; 2. Las <<paritarias>> que, negociadas en medio de este clima caldeado se vuelvenparasitarias. 3. El riesgo de que el argentino medio vote al grupo político que amenaza, no promete, repetir los errores del pasado dizque para resolver los fracasos del presente[ii]. 4. La falta de vergüenza sindical para aceptar que sus riquezas son la pobreza del trabajador. Y serían AMENAZAS de largo plazo. 1. Estos vientos huracanados que hacen a la Argentina proclive al default antes que a honrar sus deudas; y 2. Que los megaproyectos de infraestructura se detengan en medio de estas incertidumbres.
Y serían FORTALEZAS de corto plazo. 1. El apalancamiento que está ofreciendo el FMI hasta nueva orden (o sea, hasta que los argentinos no voten a alguien que decida, otra vez, irse al default). Y FORTALEZAS de largo plazo. 1. La posibilidad de que proyectos como Vaca Muerta, se constituyan en generadores estables de divisas que, por tanto, tiendan a estabilizar la oferta-demanda de divisas.
[i] La Nación acaba de anunciar que <<las ventas de los productos que integran la canasta básica (alimentos, bebidas, artículos de tocador y limpieza) registraron en (marzo) una caída del 8,7% en volumen>>. www.lanacion.com
[ii] Conduciendo a la paradoja suicida de que ¡sería mejor no caminar!
*Politólogo, Economista y profesor universitario colombiano, miembro del Consejo Internacional de la FYL y autor de La iglesia (agazapada) en la violencia política (www.amazon.com)
Abril 17 2019