*Por Bernardo Congote
Boca-River fue vendido por los argentinos como el “partido del mundo”. Probablemente algunos compraron y otros dudaron en esta venta de humo. Pero lo cierto es que el presunto carácter mundial del campeonato suramericano que este sábado se jugaría en Buenos Aires, habría destapado una olla social de ilimitadas proporciones.
El diccionario define la inmundicia como <<Suciedad, basura //fig. impureza, inmoralidad>>. Y, con dolor afectivo por la Argentina, probablemente los sucesos violentos que enfrentaron hermanos contra hermanos en torno a este partido, reflejarían los padecimientos sociales del, otrora, gran país.
Otrora porque, finalizando el siglo XIX, el PIB argentino era el que crecía a mayor velocidad en el mundo; porque también entonces, la agricultura exportadora argentina era de las mayores sino la mayor del mundo. Porque Rosario, junto con Chicago, eran las sedes de las bolsas graneleras más importantes del planeta[1].
Navegando en el joven siglo XX sobre aguas mansas, la abundancia les habría jugado una mala pasada a los argentinos. En medio de la crisis mundial de los 30, antes que ahorrar decidieron distribuir su riqueza. Lo que condujo, lenta pero seguramente, a la consolidación del justicialismo como una doctrina y praxis política que ha terminado en ciclos económicos que bordean la quiebra.
Casi en la misma época, Perón y Hitler habrían tomado el poder de la Argentina y de Alemania siguiendo la misma ruta: el populismo. En la Argentina, el clima distributivista de los 30 habría, no sólo comenzado a despilfarrar lo ahorrado durante el siglo anterior, sino a pavimentar el camino del peronismo que, desde los años 40, hundió a la Argentina en el sinuoso terreno que Fernández, épicamente, ha descrito como del “patriotismo sin patria, nacionalismo sin nación, populismo sin pueblo, capitalismo sin capital”[2].
Si lo anterior no hubiera bastado, Perón emulando a Mussolini habría sembrado una ideología a la vez militarista y mesiano-católica, según la cual se podría gobernar empoderando a los sindicatos y adelgazando a los partidos políticos, todo ello mientras se endulzaba a las masas con subsidios generados por un Estado al que todos le exigen sin darle algo a cambio.
El hueco de esta crisis permanente se habría alcanzado con las dictaduras de los 70, figurando entre las más cruentas de la historia latinoamericana. Aupadas por la Iglesia Católica, con el Padre Jorge a la cabeza, ella se ha hecho beneficiaria de un populismo que, disfrazado en corporaciones falazmente <<populares>> y <<sociales>>, sólo la llenan de limosnas. La Iglesia sería la gran beneficiaria de las políticas sociales. No los pobres.
Habiendo entrado en cierta recuperación republicana en 1983 con Alfonsín, la Argentina ha amasado en contra el dañino marcador de que, en esos 35 años, ningún gobierno dirigido por un no peronista ha logrado terminar su mandato. Y ahora que Macri se aproxima este diciembre a romper ese record negativo, la combinación de sus propios errores y la profundización del eje populista-católico, amenazan de nuevo con hundir a la Argentina en sus propias miserias.
Ellos llaman <<grieta>> a la confrontación social entre quienes aspiran, por primera vez en casi un siglo, a que termine un gobierno elegido en franca lid y quienes, como Sara la de Lot, aspiran a que Argentina siga mirando hacia atrás. ¿Acaso quieren resucitar al Perón populista o a los militares? No. Muy probablemente quieren recuperar el poder ejecutivo mafioso que, diseñado por la pareja Kirchner, se embolse los dineros públicos en complicidad con los jueces y los legisladores.
Pues bien. Esta grieta política que tiene a los argentinos en bandos contrarios que difícilmente se reconocen, fue la que salió de madre también hoy sábado. La mitad de los bonaerenses partidarios de Boca fueron agredidos por la otra mitad partidaria de River.
Todos a una barras bravas al servicio de poderes mafiosos, han destapado ante el mundo que, el día del <<partido del mundo>>, la Argentina de verdad está caminando de nuevo hacia la convivencia con ciertas inmundicias.
Nota: Este blog fue escrito durante la tarde del sábado 24 de noviembre cuando <<el mundo>> se quedó esperando a que alguien resolviera qué hacer con el <<partido de lo inmundo>>.
Tebeziana. “Creo que es un problema de la sociedad en la que vivimos”.
Congótica. No lloro por ti Argentina. Alguna vez pagarás el precio de lo que has fraguado en contra tuya.
Congótica 2. Pase lo que pase en el partido, Argentina saldrá perdiendo.
Congótica 3. Perdiendo la Argentina, todos veremos desgarrarse otro pedazo de América Latina. Otra vez después de que la Iglesia romana y la Corona española entraron a sacco conquistando a <<las indias orientales>>.
Bernardo Congote es profesor universitario colombiano y miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (FYL-Argentina).
[1] Iglesias, F. (2016). La década sakeada. Buenos Aires: Margen Izquierdo.
[2] Fernández, J. (2018) Misa e intifada, dos caras de una misma moneda. Disponible en www.lanacion.com.ar 28 de octubre 2018.