*Lic. Federico Esteban Herrera
El postre, la situación actual, de por sí ya es indeseado, de mal gusto e incomible, pero a ello se le suma un frutilla aún peor, los impuestos. Actualmente las PYMES representan el 97% del volumen empresario, participan con el 52% del PIB y generan el 70% del empleo. Sin embargo, es un sector muy golpeado por la crisis actual y enfrenta una carga impositiva homérica. ¿Con qué desafíos debe lidiar este sector y cómo le afecta las trabas estatales?
Aparte de los impuestos, la situación actual ya es complicada. Por un lado, las PYMES enfrentan una gran caída del consumo, que en 2018 fue del 4,6%, y donde la mayoría vende en el mercado interno, sólo el 4% exporta. Esto significa que, cuando el argentino pierde capacidad de compra, las pymes sufren. Por otra parte, hay una tasa de interés que hace casi imposible el apalancamiento y el descuento de cheques, desplazando (crowdingout) la inversión productiva (privada).
También, las tarifas presionan sobre los costos, puesto que, durante la gestión del gobierno actual hubo un aumento promedio del 2350% entre energía eléctrica, gas natural y agua potable. Asimismo, lidian con una enorme incertidumbre sobre las perspectivas económicas y electorales que las coloca en una posición de wait and see (mirar y esperar) para realizar las próximas inversiones. Y una serie de puntos suspensivos que tiene que ver con cada sector (clima, transporte, costos en dólares, etc.). Por si eso no fuera más que suficiente, la presión impositiva es agobiante.
Estudios empíricos demuestran que, a mayor presión impositiva, la economía es menos competitiva. Según el Banco Mundial, Argentina tiene la presión fiscal sobre el empleador más alta del mundo (el 97% de tales empleadores son PYMES). Estos impuestos son ganancias, contribuciones sociales y laborales, impuestos sobre transmisiones patrimoniales, impuestos sobre el volumen de negocios, entre otros. Por ejemplo, por cada 150$ que el empleador paga, el empleado recibe 100$ en el bolsillo. Esos 50$ (contribuciones más aportes) de diferencia se conocen como “Costo Laboral”, siendo el mismo el más alto del mundo.
Tenemos una maraña impositiva que consta de 163 impuestos, 10 de ellos representan el 90% de la recaudación total, los otros 153 el 10% restante. ¿Por qué no, para empezar, eliminamos esos 153 impuestos totalmente distorsivos, perjudiciales e ineficientes?
Un estudio de IDEA PYME evidencia que la Carga Impositiva, la complejidad tributaria y legal, el acceso al financiamiento y la regulación laboral, en ese orden de prioridades, son los temas que colocan a las PYMES con mayor desventaja en comparación con competidoras en otros países.
Un microempresario tiene, relativamente, un régimen tributario simplificado, pero al querer crecer y pasar a ser pequeño empresario tiene que pagar 35% de ganancias, 21% de IVA y 3% de ingresos brutos. Demostrando la naturaleza regresiva de estos supuestos impuestos “progresivos”. Se castiga el crecimiento. En Argentina trabajamos más de la mitad del año (7 meses) solo para cumplir con todos los requerimientos tributarios e impositivos que tenemos. Ergo, gastamos 311 horas al año en pagar impuestos, cuando el promedio de la OCDE es de 160 horas. La carga impositiva representa casi la mitad del precio de muchos bienes y servicios comercializados. Esto conlleva una pérdida de tiempo y recursos que decanta en menor productividad y menor crecimiento.
Las trabas que hemos visto generan, inevitable y entendiblemente, economía informal o en negro. Actualmente está en un 30% y si se toma sólo el sector privado llega a 40%. La economía trabaja con incentivos y ante tal contexto ¿es realmente alocado evadir impuestos? Una cuestión para reflexionar al momento de juzgar cuando no se cumplen las normas, ¿no estará mal la norma en sí?
Ahora bien, queda preguntarnos ¿para qué pagamos tantos impuestos? Las contraprestaciones que recibimos dejan mucho que desear. Hablo de la educación estatal, la seguridad. la justicia, la salud, el sistema previsional, entre otros. Ante tal presión impositiva, estos servicios, para empezar, deben ser de mejor calidad.
Por lo tanto, es fundamental bajar los impuestos para simplificar los procesos productivos, reducir la economía informal, optimizar la utilización de los siempre escasos recursos, generar más competitividad e incluso aumentar la recaudación impositiva (Arthur Laffer), generando así un crecimiento genuino y de largo plazo. Las PYMES ya se encuentran en una situación crítica y los impuestos sólo empeoran su condición. Es hora de pensar en soluciones estructurales y de largo plazo. Es decir, no solo cambiar la frutilla, sino el postre entero.
Licenciado Federico Esteban Herrera (Integrante de Federalismo y Libertad – [email protected])