*Bernardo Congote

El fascismo no es compatible con la república liberal. La separación de poderes le molesta. Su objetivo es apoderarse del Poder Ejecutivo subyugando al Legislativo y al Judicial. Los regímenes maduribistas venezolano y colombiano caminan por la misma senda, pero con diferencias sutiles.

En Venezuela, Maduro y su cuadrilla se inventaron una Asamblea Constituyente que <<depuso>> a la Asamblea Nacional elegida popularmente y se hicieron al control del poder judicial eligiendo a dedo al llamado Tribunal Supremo de Justicia. En Colombia la estrategia no ha sido distinta. Desde su presidencia, nuestro Rasputín ha construido un camino unipersonal caudillista semejante al de Chávez y, luego al Maduro. ¡Aspira a ser el decano del fascismo bolivariano!.

No sólo se hizo reelegir fraudulentamente a un segundo período presidencial, sino que diseñó una candidatura senatorial que le garantiza ya ocho años de asiento en el Legislativo. Rodeado de una cuadrilla minoritaria de <<barras bravas>>, logró elegir su presidente de bolsillo y garantizarse una inmunidad parlamentaria que, hasta ahora, le ha permitido detener los más de 200 procesos que cursan contra El en la Comisión de Acusaciones.

Si lo anterior no bastara, en connivencia con el ocupante de la Casa de Nariño está urdiendo un tejido tramposo para desprestigiar al instrumento especial de justicia JEP. La estratégica carta de la JEP dirigida al gobierno de EE. UU. ha sido vulgarmente <<extraviada>> desde su sospechoso Ministerio de Justicia. Y el decreto reglamentario del funcionamiento de la JEP, acaba de ser rescatado del secuestro burocrático al que le tuvo sometido el jefe de la cuadrilla maduribista en el Congreso, a la sazón un bachiller del SENA. En ambos casos buscando que la JEP pierda su autonomía y personería organizacional.

¿Y la Corte Suprema? Desde su presidencia, Rasputín y su cuadrilla montaron una empresa criminal para chuzar y grabar ilegalmente conversaciones y debates de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. A lo que habría que sumar, la campaña de desprestigio y expulsión velada del país lograda contra el emérito magistrado Iván Velásquez, con quien aquel había tenido serias diferencias en Antioquia cuando surgió como posible cogestor del atroz paramilitarismo de Estado.

A la torta fascista colombiana le haría falta la cereza. La política de seguridad que acaba de publicitar el Ejecutivo duribista, está basada en la reconocida y también fascista <<seguridad democrática>>. DUribe dizque quiso zafarse de las Cooperativas Convivir diseñadas y armadas por nuestro Rasputín. Pero a diferencia de los 120.000 cooperantes de entonces, ahora promete un millón de soplones, sospechosamente desarmados y sospechosamente sin paga.

Uniendo unos cabos con otros, sería esta la materialización de nuestro propio fascismo cívico militar. Estaríamos ad-portas de ver nacer una especie de <<Milicias DUribistas>> que entrarían a competir con las tristemente célebres <<milicias bolivarianas>> del (odiado) Maduro.

Mediante reuniones en una finca de Rionegro, Antioquia, a la sazón sucursal de la Casa de Nariño, diversos personajes de la ganadería colombiana vienen pidiendo autorizaciones para rearmarse en zonas determinadas del país, tal como no pudo refutarlo Lafaurie por estos días.  Casi las mismas regiones donde operó y sigue operando el paramilitarismo que, se dijo disuelto, pero sólo cambió de nombre por el de Bandas Criminales (Bacrim).

Esta necro especie de milicias duribistas amenaza con aniquilar nuestro ya frágil Estado iliberal. Se le atribuye a Mussolini haber dicho: >>Somos libres de creer que este es el siglo de la autoridad, un siglo que tiende hacia ‘el bien’, un siglo fascista>>. Aceptar el Jefe de Estado que su control sobre las armas, sobre las leyes y sobre el presupuesto, no le basta para garantizarle a la sociedad el usufructo de sus derechos constitucionales, es una auto derrota política. Y reemplazarlo por el fascismo cívico militar, otra peor.

La neo estrategia miliciana descansa en el sofisma de que <<la seguridad es un asunto de todos, no exclusivamente del Estado>>. Afirmación que desnuda la precaria sabiduría política de DUribe porque ¡el Estado somos todos!

Podríamos añadirle una segunda cereza a la torta <<maduribista>>: la Iglesia Católica. Tanto en Venezuela como en Colombia, El Vaticano ha propulsado dinámicas fascistas. Autócrata, autoritario, secreto, venal e italiano, el aparato vaticano se ha graduado de experto pro-fascista en las Alemanias, Italias y Españas que sucumbieron a la tentación de depurar la sociedad de los <<subversivos>>; de los <<impuros>>. Y por aquí se le identifica como inspirador y coautor de la guerra <<de los buenos>> contra <<los malos>>.

Maduro, que ya le había puesto conejo a Bergoglio, le acaba de solicitar su mediación para animar una espuria propuesta de diálogo. Este no lo ha rechazado esperando a que Guaidó también se lo pida. Bajo este espectro, la presencia del Vaticano en Venezuela tanto como en Colombia apuntaría, antes que, a disolver la amenaza fascista, a consolidarla. O, con otras palabras, a facilitar que en medio de la guerra civil <<el diablo siga haciendo las hostias>>.

 

Bernardo Congote es profesor universitario colombiano, miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina – www.federalismoylibertad.org) y

MaDUribismo y Fascismo