*Por Bernardo Congote
El Grupo de Puebla es, bien llamado por Fernández (el que piensa), un “ …club de bochas donde pernoctan retirados de diverso pelaje, como José Luis Rodríguez Zapatero (amigo de Maduro y uno de los peores presidentes de la España moderna) y el animador de la televisión rusa Rafael Correa”[i].
Le habría hecho falta mencionar a Samper, pero hizo bien. Porque sólo existe como aliado en la mente esquizoide de los K fernandiztas. Liberal retrógrado, el citado le hizo un gran favor a Colombia.
Denunciado el día de su posesión, por haber sido financiada su campaña con dineros del narcotráfico criollo, por aquellos años 90 el más pesado del planeta adicto, “el inexistente” no pudo gobernar.
Todo su período desde 1990 a 1994 lo dedicó a defenderse de las múltiples acusaciones recibidas, todas ellas acumuladas en un perversamente famoso “proceso 8000”.
Razón por la cual Colombia, entró, gracias a los devaneos samperistas entrando y saliendo de los estrados judiciales sus abogados, en una de sus peores crisis económicas y políticas: la destorcida del sistema de ahorros a valor constante, un corralito a la colombiana, y la profundización de la violencia narcopolítica.
Este es un ejemplo de la calaña de los “progres” aliados al tal Grupo de Puebla. Estado mexicano este, que, no casualmente, en el pasado fue sido sede de uno de los encuentros donde el catolicismo quiso barnizarse de “progresista”, finalizando los años 70[ii].
Hervía por entonces el agua tibia de la tristemente célebre “teología de la liberación” vaticana. Célebre porque, después del concilio vaticano 2o, abrió la tontarrona idea de que el catolicismo pudiera modernizarse. Triste, porque frustró los ánimos de buena parte de los jóvenes del bajo siglo XX latinoamericano.
Fue Puebla también matriz de las llamadas “comunidades de base” católicas. Unas a las que, sin gran dificultad, podría atribuírseles el haber inspirado a las comunidades milicianas chavistas o nicaragüenses, algunas de las cuales muy pronto podrán ser importadas a la Argentina (ésta podría ser otra de las ideotas que Alberto se habrá traído de su periplo por México).
En efecto, podría ocurrírsele muy pronto a Alberto, aupado por las luminarias del Instituto Patria, convertir los comedores barriales del conurbano argentino en semilla de comunidades de base. Todas ellas “desarmadas”, claro está. Pero sólo hasta cuando las fauces del capitalismo amenacen con embargar a la Argentina por el no pago de sus deudas al FMI. (Es sólo un ejemplo).
Nada ni nadie de lo pasó y sigue pasando por Puebla existió ni existe. Ni el catolicismo modernizado bajo alguna bandera que procure sacar, no mantener, a los pobres de su pobreza, ni alguna perspectiva constructiva social anclada a las comunidades de base.
No fue gratuito entonces, que un grupo de jubilados de la política, caracterizados por tener abultados estómagos y gruesas pensiones anclados en lo cual hablan y hablan del “hambre popular”, se reuniera en Puebla. Y tampoco que Alberto hubiera estado entre los firmantes de esa reunión que, de hecho, configuraría peor un gravoso concierto para delinquir latinoamericano.
No se sacan ideas desde lo que pasó ni pasa por Puebla. Sólo frustraciones. Las mismas que Fernández (el que piensa), identifica como el peor enemigo de Fernández (el que sueña)[iii]. No será ¡la economía estúpido! Será ¡la frustración! la que ahogue a la Argentina en el fondo de su abismo[iv].
El Grupo de Puebla es, bien llamado por Fernández (el que piensa), un “ …club de bochas donde pernoctan retirados de diverso pelaje, como José Luis Rodríguez Zapatero (amigo de Maduro y uno de los peores presidentes de la España moderna) y el animador de la televisión rusa Rafael Correa”[i].
Le habría hecho falta mencionar a Samper, pero hizo bien. Porque sólo existe como aliado en la mente esquizoide de los K fernandiztas. Liberal retrógrado, el citado le hizo un gran favor a Colombia.
Denunciado el día de su posesión, por haber sido financiada su campaña con dineros del narcotráfico criollo, por aquellos años 90 el más pesado del planeta adicto, “el inexistente” Samper no pudo gobernar.
Todo su período desde 1990 a 1994 lo dedicó a defenderse de las múltiples acusaciones recibidas, todas ellas acumuladas en un perversamente famoso “proceso 8000”.
Razón por la cual Colombia, entró, gracias a los devaneos samperistas que le ocuparon en los estrados judiciales, en una de sus peores crisis económicas y políticas: la destorcida del sistema de ahorros a valor constante, un corralito a la colombiana, y la profundización de la violencia narcopolítica.
Este es un ejemplo de la calaña de los “progres” aliados al tal Grupo de Puebla. Estado mexicano éste, que, no casualmente, en el pasado fue la sede de uno de los encuentros donde el catolicismo quiso barnizarse de “progresista”, por allá finalizando los años 70[ii].
Hervía por entonces el agua tibia de la tristemente célebre “teología de la liberación” vaticana. Célebre porque, después del concilio vaticano 2o, le dio pie a la tontarrona fantasía de que el catolicismo pudiera modernizarse. Y triste, porque frustró los ánimos de buena parte de los jóvenes del bajo siglo XX latinoamericano.
Puebla fue también matriz de las llamadas “comunidades de base” católicas. Unas a las que, sin gran dificultad, podría atribuírseles el haber inspirado a las comunidades milicianas chavistas o nicaragüenses; algunas de las cuales muy pronto podrán ser importadas a la Argentina (ésta podría ser otra de las ideotas que Alberto se habrá traído de su periplo por México).
En efecto, podría ocurrírsele muy pronto a Alberto, aupado por las luminarias del Instituto Patria, convertir los comedores barriales del conurbano argentino en semilla de comunidades de base. Todas ellas “desarmadas”, claro está. Pero sólo hasta cuando las fauces del capitalismo amenacen con embargar a la Argentina por el no pago de sus deudas al FMI. (Es sólo un ejemplo). (El “consejo contra el hambre» bien podría coordinar las acciones armadas de estos patoteros).
Nada ni nadie de lo pasó y sigue pasando por Puebla existió ni existe. Ni el catolicismo modernizado bajo alguna bandera que procure sacar, no mantener, a los pobres de su pobreza, ni alguna perspectiva constructiva social anclada a las comunidades de base.
No fue gratuito entonces, que ese grupo de jubilados de la política, caracterizados por tener abultados estómagos y gruesas pensiones anclados en lo cual hablan y hablan del “hambre popular”, se reuniera en Puebla. Y tampoco que Alberto hubiera estado entre los firmantes de esa reunión que, de hecho, configuraría, peor, un gravoso concierto para delinquir latinoamericano.
No se sacan ideas desde lo que pasó ni pasa por Puebla. Sólo frustraciones. Las mismas que Fernández (el que piensa), identifica como el peor enemigo de Fernández (el que sueña)[iii]. No será ¡la economía estúpido! Será ¡la frustración! la que ahogue a la Argentina en el fondo de su abismo[iv].
El autor es profesor universitario colombiano, miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad de Argentina www.federalismoylibertad.org y autor del libro La Iglesia (agazapada) en la violencia política (www.amazon.com)
Noviembre 2019
[i] https://www.lanacion.com.ar/opinion/columnistas/el-astuto-truco-de-fernandez-que-el-pj-no-entiende-nid2307168 Consulta de noviembre 17 2019
[ii] “Del 2 al 4 de octubre se está llevando a cabo el congreso Internacional con el título: «A los 40 años de la III Conferencia General del Episcopal Latinoamericano de Puebla», organizado por la Pontificia Comisión para América Latina y el Pontificio Comité de Ciencias Históricas”
https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2019-10/congreso-internacional-40-anos-puebla-entrevistas.html Consulta de noviembre 18 2019
[iii] https://www.lanacion.com.ar/opinion/columnistas/el -principal-enemigo-de-fernandez-nid2305082
Consulta de Noviembre 10 2019.
[iv] https://www.federalismoylibertad.org/el-abismo-m-o-el-abismo-k/
Agosto 2019