*Por Bernardo Congote

 

Oppenheimer preguntó hace poco en La Nación: ¿Por qué calla el Papa sobre Venezuela?[i] Y yo comenté al respecto: ¿A quién le importa lo que diga el papa sobre Venezuela? Ese comentario me trajo diversas diatribas e insultos. Me refiero a una de aquellas: ¡Es que Venezuela es cristiana! me respondió alguien. Y se lo agradecí. El panorama de Venezuela, año tras año, demostraría con hechos lo que significaría, de verdad, ser cristiano.

Pero la cosa no para ahí. Tampoco sería difícil entender que la mayoría de los países de Sudamérica seamos cristianos. Razón por la cual, pasados varios siglos, sería saludable preguntarse: ¿Para qué?

Algunos hechos sugieren que la prevalente condición cristiana de nuestras sociedades no habría servido para construir soluciones. Al contrario, siendo escasas las soluciones, habríamos desarrollado una perversa habilidad de convertirlas en problemas.

Hablemos, por ejemplo, de nuestra pobreza. La ONU la define como << […] la condición caracterizada por una privación severa de necesidades humanas básicas, incluyendo alimentos, agua potable, instalaciones sanitarias, salud, vivienda, educación e información.>>[ii]. La sola descripción alarma. Pero los datos alarman más.

Un reporte muestra los indicadores de pobreza sudamericanos: en la región 3 de cada 10 habitantes serían pobres; el peor sería Venezuela con 9 de cada 10 y el menos malo, Uruguay con 1 de cada 10. Y en la Argentina, 3 de cada 10[iii]/[iv].

¿Qué tendría qué la pobreza sudamericana con que, prevalentemente, seamos cristianos? Probablemente mucho. Porque ese credo ha convertido a la pobreza en una virtud. Es obvio que donde ser pobre resulta virtuoso ¡existan alarmantes indicadores de pobreza! Y que también sea signo de pobreza que, entre nosotros, haya pocos ricos[v].

Miremos ahora la violencia. Datos disponibles sugieren que, de las 50 ciudades más violentas del mundo, 42 serían latinoamericanas (el 84%). Y, que 25 de éstas serían sudamericanas (el 60%)[vi].

En un diario colombiano se publicó no hace mucho, lo siguiente: <<Las dimensiones horrorosas (sic) del problema se aprecian mejor en comparación con otros continentes. En Europa, la tasa promedio de homicidios es de 1 por cada 100.000 habitantes […] En América Latina, dependiendo de las fuentes y el año, la tasa fluctúa entre 17 y 25 por cada cien mil. Es decir, […] se asesina entre 17 y 25 veces más que en […] otras regiones […] La tasa fluctúa entre 5 y 6 por cada cien mil en Chile, Uruguay, Argentina, Cuba y Perú […] (Mientras que) Colombia y Brasil registran tasas de 20/100.000>>[vii].

¿Y qué tiene qué ver la violencia con el cristianismo? Fundamentalmente, porque su red de valores está basada en el Pecado y la Culpa y, ambos, hunden al creyente en el desprecio por sí mismo. Y este desprecio alimenta el Odio y la Venganza[viii]. El que se odia, necesita vengarse. Y lo hace haciéndose daño o haciéndole daño al Otro cuando, sobre todo desde las iglesias, se vomita fuego contra el <<impío>>, el <<ateo>> o el <<macrista>>.

Tal vez por ello en casi todos los países sudamericanos hemos librado guerras civiles y padecido cruentas dictaduras. Hay pruebas confiables de que la guerra civil habría sido la expresión política más dolorosa de la cristiandad en Sudamérica. Y de que, por tanto, la Muerte fuera una marca impresa por este credo entre nosotros. Sin dejar a un lado que las iglesias aparecen como sus patrocinadoras por acción u omisión[ix].

Estos valores destructivos tienen siglos de antigüedad. La vida del Jesús llamado Cristo habría estado marcada por la violencia y la muerte. Habría sido violento su nacimiento como que la noticia provocó la ira de Herodes que le llevó a ordenar la muerte de todos los recién nacidos por esas fechas[x]. Y habría sido también violenta su muerte[xi].

Resulta lógico también que el primer cristianismo hubiera sido marcado por la violencia. En Roma, los llamados sicarios fueron sectarios cristianos que pasaron por las armas a algunos de los más ricos ciudadanos[xii].

También han sido cristianas famosas matanzas. Unas, infligidas a protestantes por católicos y viceversa; otras, infligidas contra los musulmanes[xiii]; y las peores, las ejecutadas contra los indígenas americanos durante la Conquista/[xiv][xv].

El hecho de que la cristiandad venere en buena parte de sus escuelas, juzgados o empresas la imagen de su héroe manando sangre y agua de una herida abierta mientras cuelga, agonizante, de una cruz, confirmaría algunos de estos argumentos.

Sudamérica tiende a ser pobre y violenta. ¿Qué relación tendrían estos hechos con que hayamos sido educados siguiendo una red de valores destructivos, inoculada desde la Conquista y activada durante más de cinco siglos por aparatos eclesiales opulentos,  políticamente influyentes, manipuladores de la educación y catequistas de sus fuerzas militares?[xvi].

 

Congótica. Bergoglio fue elegido papa por ser sudamericano. Sudamérica sería la última región pobre y violenta que necesita conservar El Vaticano para sostener un imperio económico, político y militar en absoluto asociado a cielo alguno.

 

*Adaptación de su original publicado en Colombia: http://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/somos-tan-pobres-violentos

 


[ii] Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (CEDE). Fin de la pobreza. Bogotá: Universidad de los Andes. Colombia. Disponible www.uniandes.edu.co/cede, 2019.p. 4/24.

[iii] El promedio se ponderó sobre el tamaño poblacional de cada país.

[iv] Comparando índices de pobreza en Europa, entre una muestra al azar de cinco países cristianos, señala a España como el país con más pobreza (2 de cada 10 habitantes). https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php?title=Income_poverty_statistics/es&oldid=413297 año 2016.

[viii] Fromm, E. El dogma de Cristo. Barcelona: Paidós, 1990. p.42-50.

[ix] Congote, B. La iglesia (agazapada) en la violencia política. Charleston, Estados Unidos, 2011. Disponible en www.amazon.com

[x] Mateo 2,16.

[xi] Mateo 26,27.

[xii] Fromm, E. El dogma de Cristo. Barcelona: Paidós, 1990. p. 38 y siguientes.

[xiv] Castro, G. El Hurakán. Bogotá :Planeta,1991.

[xv] Puigróss, R. La España conquistó el nuevo mundo. Bogotá: Áncora, 1989.

[xvi] En Colombia, 25 de las más prestantes universidades privadas son católicas. Los colegios privados educan, aproximadamente el 75% de las élites. Y en Sudamérica, os Obispados Castrenses de El Vaticano, adoctrinan a más de 39 ejércitos y policías de países católicos en el mundo, buena parte de ellos en toda Sudamérica: Uruguay, Argentina, Paraguay, Venezuela, Perú, Bolivia, Ecuador, Brasil y Colombia. Congote, B., Cit. P. 319-341.