Por Bernardo Congote, miembro del Consejo Internacional de FyL

(Adaptación, sin grandes esfuerzos, del blog publicado en Colombia)

Los politiqueros fascistas humillan con su vulgar autoritarismo. Y con ello logran deprimir a la sociedad. Y, deprimiéndola, buscan que se arrodille ante sus falsarias promesas.

En esta montaña rusa tanto policías como ciudadanos resultamos siendo humillados.

Los policías suelen ser formados producto de la humillación de los oficiales. Y la humillación lleva a la violencia.

¿Cómo extrañarnos entonces de que los policías salgan a las calles como cualquier vecino a impedir el libre trascurrir de la vida ciudadana?

El problema es que el resto de la sociedad también viene siendo humillado. La politiquería fascista humilla y degrada. El gobernante es un sabio mientras que el ciudadano, un tonto -dicen-.

Gobernar humillando a la oposición, degrada. Envilece. Gobernar manipulando la Justicia, degrada. Envilece. Produce resentimiento. Genera violencias.

La politiquería fascista encontró en el Covid 19 un aliado excelso para humillar a la población. Y, peor, para profundizar una depresión colectiva que está abortando en el descontento general.

La única virtud del Covid 19 es que no tuvo estrato. Razón biológica por la cual, todos los estratos sociales resultamos víctimas de innúmeras humillaciones en este semestre.

La politiquería fascista terminó controlando nuestros hábitos, nuestras aficiones, nuestro descanso, ¡nuestra forma de vestir! ¡Al peor estilo hitleriano!

La búsqueda de explicaciones burocráticas o semánticas al rompimiento de los acuerdos, al aplastamiento de la oposición, a la desconfianza en el diálogo, es producto del clima depresivo sembrado desde el Gobierno K.

¡Estamos en medio de un tsunami de resentimiento social! Producto, entre otros, de que durante seis meses la sociedad ha sido vejada por parte de sus gobernantes diciéndole que “protegía su salud”. Y sólo ha protegido a los sindicatos, a los patoteros y a los  politiqueros ladrones.

Mientras los bolsillos del monopolio están llenos, las neveras de los villeros están medio vacías.

Los ciudadanos han sido humillados y la humillación – en las almas dignas – produce resentimientos. Y el odio es resultado del resentimiento.

No es gratuito que el “presidente” K salga ahora diciendo que “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito”[i]. (O sea, trabajar, esforzarse, crecer, hacerse persona, hacerse ciudadano).

La humillación colectiva infligida a cambio de ser defendidos de un virus que no era tan maligno ni mató a todos los que se suponía, ha permitido que sin vergüenza alguna, Fernández se autodefina como una especie de proxeneta social[ii].

¿Cómo se están beneficiando los politiqueros fascistas? Buscando que una sociedad deprimida ¡les reclame proclamarse dictadores! Instigando para que “la verdadera gente de bien” salga a la calle a ¡pedir que Cristina ocupe la Casa Rosada!

Un pueblo deprimido va perdiendo la fuerza que exige la vida democrática. Mientras que sostener la democracia necesita energías, la dictadura es una solución perezosa. Depresiva.

El socavamiento depresivo de la energía colectiva busca “que el perro vuelva a casa” … a lamer las heridas del amo.

Busca que la rabia política se traduzca en exigir que ¡alguien nos salve!

Busca que la humillación depresiva prefiera regresar a manos de los delincuentes fascistas que prometen pan y circo.

Adaptación, sin grandes esfuerzos, del blog publicado en Colombia:

https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/una-sociedad-humillada-se-suicida-la-dictadura


[i] https://www.lanacion.com.ar/politica/alberto-fernandez-lo-nos-hace-evolucionar-crecer-nid2451068

15 sep 2020

[ii] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/la-mayor-estafa-sanitaria-del-siglo-21

11 sep 2020