Por BERNARDO CONGOTE
Miembro del Consejo Internacional de la FYL

Es posible. Pero no a la manera de Milei. Como ocurre generalmente con sus propuestas, son peligrosamente acertadas por innovadoras pero potencialmente fallidas por parciales o incongruentes.

Tendría razón, por ejemplo, en lograr que las universidades públicas sean auditadas por agentes externos. Si ellas devengan recursos públicos, el Estado tiene autoridad técnica y moral para indagar qué se hace con ellos adentro del campus. 

Tendría razón en no poner a discusión el carácter público de las universidades y que no paguen impuestos. A este respecto, sería un exabrupto exigirles devolver parte de los ingresos y que al tiempo, se produzca “déficit cero”. 

Pero no tendría razón cuando afirma: “Pueden discutir el presupuesto y poner el número que quieran… Mientras me respeten (sic) el déficit cero… Que digan a quién le sacan”, agregó.

Esta consigna pecaría por petición de principio administrativo. Todo porque no se puede hablar de déficit presupuestal “cero” sin analizar previamente de qué manera ingresos congelados -como lo propone- sólo producirían un improbable déficit cero si los egresos también son congelados.

O mejor, si no se planifica un presupuesto con base en cero, condición sine qua non del deseable como improbable “déficit cero”.

Lo que obligaría al profesor Milei a explicar que su frase “digan a quién le sacan”, significa que los ejecutores del presupuesto (profesores, administrativos y estudiantes), presupuesten de antemano las partidas que garantizan igual o mejor funcionamiento, inclusive con menores asignaciones.

El problema radicaría en que para administrar de esta sana forma los recursos estatales, las universidades públicas deberían ser, antes que “dirigidas”, gerenciadas.

Y es probable que todavía no se conozca una sola pública donde profesores elegidos rectores, sean al tiempo, capaces de gerenciarlas.

Problema que podría resolverse innovando con el requisito de que antes que auditores externos, profesionales en administración presupuestal ejercieran esta función en paralelo con la rectoría. ¿Un Rector Académico y un Rector Administrativo?

Logro este que, inclusive, podría llevar a que fuera innecesaria la auditoría externa (de suyo costosa) porque el rector gerente tendría por misión hacer eficientes y eficaces las auditorías internas actualmente existentes.